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Entrevista a Johan Moya Remis, por Paco Marín

Publicada originalmente en Murcia Actualidad

En La Habana nos recibe Johan Moya Ramis, (autor de La puerta Roja)… muchas gracias…

P.- Por favor, presente a Johan Moya Ramis.

R.- Un tipo ordinario con muchas inquietudes espirituales e intelectuales, que nunca renuncia a la pasión de la creatividad literaria. En esencia, un obrero de la palabra escrita.

P.- ¿Cómo se está “toreando” el Covid-19 en Cuba?

R.- En este momento, de manera muy difícil. Al principio cuando en marzo del 2020 entró La Covid-19 a Cuba, el gobierno manejó la situación sanitaria con acierto durante los primeros meses, las cifras de contagio y fallecidos así lo demuestran, pero a partir de noviembre pasado, el modo en que se hizo la apertura de los aeropuertos y otro grupo de medidas precipitadas que incidieron negativamente en el distanciamiento social, terminaron por pasarnos factura. Ahora estamos en cifras de contagio y un goteo de muertos que superan con creces lo que podríamos haber esperado.

P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace La puerta roja?

R.- Pregunta difícil de contestar, porque fue una novela con una arrancada lenta, que se escribió durante cuatro años, con cinco versiones e incluso tuvo otro título anterior “Los que temen tu Nombre”. Pero pudiera citar tres momentos clave. El primero fue la propuesta de un entrañable amigo por el año 2005 o 2006 que al ver mi inclinación por los estudios de religión y mi pasión por la literatura me dijo que por qué no escribía un thriller teológico. La idea me gustó, pero no tenía nada concreto para comenzar en aquellos días. El segundo momento fue un ejercicio en segundo el año de la carrera -Teología- por el año 2008 donde podía presentar el trabajo de curso mediante un texto creativo, y escribí lo que serían las primeras veinticinco primitivas páginas de la novela. Estas veinticinco páginas -reescritas varias veces entre el 2009 y el 2013- fueron las que se convirtieron en el primer capítulo de “Los que temen tu Nombre” que luego se convertiría en La Puerta Roja, capítulo que presenté en el 2014 a un concurso de proyectos de novela para optar por la beca de Creación Literaria Dador en el 2015, cuyo premio era una suma de dinero decente -en aquel entonces- para escribir una novela. Así nació la primera versión que fue tomando forma hasta su publicación definitiva en marzo de 2019 por la editorial Atmósfera Literaria S.L.

P.- ¿Cuál ha sido su base documental?

R.- En principio, muchos de los conocimientos que fui adquiriendo durante mi carrera teológica. La novela me acompañó en mi mente desde el segundo año de la licenciatura en el 2008 hasta la culminación de la maestría en 2013. De modo que muchos elementos de la novela aparecieron durante ese periplo académico. Por ejemplo, para la cuestión del satanismo y la demonología en Cuba fue esencial mi acercamiento a las obras “Historia de una pelea cubana contra los demonios, “Brujas e Inquisidores y “La brujería de los blancos del gran etnólogo y ensayista cubano Don Fernando Ortiz. El libro “Homonomía de Walter Blomsquit me lo dio en digital un colega del Instituto que era practicante del Cuarto Camino, -tiempo después encontré un ejemplar impreso en la Biblioteca Nacional de Cuba-; los elementos astrológicos me los legó un amigo que es muy bueno en esa práctica. Todos estos elementos y otros, se fueron amalgamando hasta integrase en “La Puerta Roja.  

P.- ¿Existe el diablo?

R.- Contestar esta pregunta desde la racionalidad siempre es un peligro y lo mismo ocurre si trata de contestarse desde la subjetividad teológica. Hasta dónde llegan mis conocimientos del asunto, me consta que existe el Mal (así, con mayúscula), pero me cuesta creer que este Mal universal, por así decirlo, pueda condensarse en un solo ser, aunque sea una entidad divina malograda o corrupta que supere mi limitada visión humana. Pero al mismo tiempo comprendo que para el ser humano sea consustancial darle cuerpo, personificarlo o proveer de cualidades zoomórficas o de cualquier otra naturaleza a esa maldad que parece existir en el mundo por derecho propio, sobre todo cuando se inscribe en la realidad de una manera tan brutal, que parece superar todo lo que puede existir de amor en cada ser humano.

P.- ¿Ha asistido alguna vez a algún rito satánico?

R.- No, pero si sostuve diálogos vía correo electrónico con un satanista, que incluso tuvo la gentileza de enviarme algunos libros que fueron importantes en ese aspecto de la novela. El resto fueron documentos audiovisuales foráneos, principalmente de origen estadounidense, los cuales adapté a la realidad cubana dentro la ficción.

P.- ¿Cada religión tiene su demonio?

R.- Hasta donde he podido investigar, sí. No conozco ninguna religión, ya sea de larga data histórica o emergente, que no reconozca la figura de una o más entidades antagónicas de orden espiritual con capacidad de infligir daño de todo tipo. Si alguna duda existe respecto a lo anteriormente dicho, ahí están las obras de James Frazer y Mircea Eliade, por tan solo citar dos autoridades universales en materia de religión. 

P.- ¿Cómo está este tema en Cuba?

R.- En Cuba el satanismo al estilo de AntonLavey, o los diversos grupos de adoradores luciferinos en Estados Unidos, Inglaterra o Francia, algunos de ellos con “iglesia” reconocida, no tienen una gran influencia en la Isla. No quiero decir con esto que no existan personas que sientan simpatía, o incluso se aventuren a alguna práctica aislada del satanismo. En sentido general, en Cuba las figuras del Diablo y los demonios devenidos de la tradición judeo-cristiana, no tienen gran influencia, más bien son objetos de chistes y mofas, tal y como podemos apreciarlo en la “Mitología Cubana de Samuel Feijoo. En cuanto al espectro académico investigativo, desconozco si existe algún demonólogo en Cuba. Desde Fernando Ortiz, esta materia no se ha desarrollado en la Isla. Los que más se han acercado al tema -tangencialmente- son los investigadores del Centro de Investigaciones para la Cultura Cubana, quienes han tocado el tema de las brujas y la figura del Diablo dentro de la religiosidad popular cubana. Pero lo cierto es que, en la Mayor de las Antillas, cuando se habla del Mal mediante invocaciones de fuerzas espirituales malignas, la vía expedita más conocida y ampliamente practicada no son los ritos luciferinos creados por Alister Crowley, o convocando un aquelarre, sino a través de la brujería devenida del complejo sistema de prácticas religiosas cubanas de origen africano.

P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?

R.- Me gustan el thriller, la novela negra, de misterio, la novela histórica y algunas cosas de la ciencia ficción. Pero en realidad me gusta la buena literatura, bajo cualquier género. 

En cuanto a autores, de los que ahora mismo me vienen a la mente: cubanos, Alejo Carpentier, Onelio Jorge Cardoso, Virgilio Piñera, Carlos Montenegro y Lino Novás Calvo. 

Latinoamericanos: Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Jorge Luis Borges y Carlos Fuentes. 

Estadounidenses: Ernest Hemingway, Charles Bukwosky, Raymod Carvert, William Foulkner, James Elroy, Raymond Chandler, Dashiell Hammet, Henry Miller, y tengo que saldar mis deudas con Paul Auster. 

Del Viejo Mundo: Herman Hesse, Thomas Mann, Umberto Eco, José Saramago, Antonio Muñoz Molina, J.J Benítez, Milan Cundera, Albert Camus, Shakespeare, Margarite Yourcenar. 

Como se puede apreciar es una lista muy conservadora, al estilo de la vieja escuela. 

P.- Como lector, prefiere: ¿libro electrónico, papel o audiolibro?

R.- Me gusta el libro impreso y como soy de la generación bisagra a las nuevas tecnologías, no tuve, ni tengo ningún problema en leer libros digitales. En el caso de los audiolibros, reconozco que sobran dedos de una mano para contar los que he escuchado y no los disfruto. Aclaro que no tengo nada en contra de los audiolibros, pero en mi caso, el proceso de lectura es una experiencia única e intransferible, un torrente de sentidos y emociones que me llevan de la mano desde el acto de llorar o de asimilar un conocimiento nuevo devenido de la obra, que solo puedo experimentar cuando leo.

P.- ¿Qué está leyendo ahora mismo? Recomiende un par de obras, por favor.

R.- Ahora mismo más que leyendo, estoy releyendo “El Viejo y el Mar de Hemingway, “El Péndulo de Foucault de Umberto Eco, “El Héroe de las mil caras de Joseph Cambell, “Hamlet, de Shakespeare, los cuentos de Arístides Fernández, pintor y escritor cubano de mitad del siglo pasado, cuya obra literaria es poco conocida, pero de una narrativa vibrante. También estoy leyendo obras de referencia de esoterismo y criminología para un nuevo proyecto en el que estoy trabajando.  

Si fuera a recomendar un libro ese sería “El Espíritu de Córdova de Ikram Antaki, un libro delicioso acerca de un espectacular viaje y diálogo ficticio entre los filósofos medievales Averroes, musulmán y Maimónides, judío. Es una obra para lectores con corazón de corredor de fondo, pero que no decepciona en lo más mínimo y deja un buen sabor en el alma, creo que en los días que corren, un libro así es un buen bálsamo.

P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?

R.- Creo que la única manía que he descubierto es que cuando estoy en el punto álgido del proceso creativo, me detengo, me levanto de la silla y hago cualquier acto trivial, salgo al balcón, me estiro o voy a la cocina, pico algo de comer y luego regreso a la carga.

P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora… si lo hubiere.

R.- Lo siento, no tengo ninguna, la verdad.

P.- Venda su libro ¿por qué hay que leer La puerta roja?

R.- Porque en primer lugar es una novela que no ha decepcionado a sus lectores. Las noticias que me llegan es que se la han pasado muy bien leyendo “La puerta roja y les ha dejado con ganas de más, lo cual es muy positivo para la novela y para mí como autor, porque pensé “La puerta roja como una novela para disfrutarla y luego comentarla entre amigos. No es una novela filosófica ni de tesis trascendentales, es un thriller teológico, que, sin dejar de explorar la naturaleza de los seres humanos y sus conflictos, mezcla el policiaco negro, con el género de misterio aderezado con muchos elementos esotéricos. En ese sentido está inscrita temáticamente en la línea de “El Código de da VinciQumram,“El Péndulo de Foucault, por tan solo citar algunas, salvando las distancias, claro está.

Por otra parte, para los amantes o coleccionistas de las novedades o las rarezas literarias cubanas, esta novela, es, hasta dónde se conoce, el primer thriller teológico escrito por un cubano que vive en Cuba, y cuyo argumento se desarrolla en la Isla. 

P.- Sus planes a corto y medio plazo ¿son?

R.- Escribir y publicar los proyectos que tengo en mente, y otros que irán apareciendo con el paso del tiempo. También el año pasado incursioné en la escritura de guiones cinematográficos, lo cual es otro camino interesante que apenas se abre ante mí y no sé dónde me podrá llevar.

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