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Plan de ruta al escribir: el qué y el cómo de la historia

Plan de ruta literaria

En Atmósfera Literaria recibimos muchas preguntas sobre aspectos narrativos, tanto de escritores noveles como de personas interesadas en la materia. Estos desean saber qué es lo que esperamos ver cuando evaluamos un manuscrito de cara a una eventual publicación.

Toda creación literaria debe considerar varios aspectos fundamentales para poder desarrollar un argumento extraordinario. Digo extraordinario porque la literatura tiene que ser así: un texto ramplón repleto de clichés no sirve para nada. Escribir implica conmover e interesar al lector.

Hay que realizar un análisis exhaustivo de lo que se va a hacer y de cómo se va a llevar a cabo antes de ponerse a escribir una historia. La inspiración es sólo un disparador que hace que uno escriba, pero no consigue otro propósito que juntar letras unas detrás de otras.

Es obvio que no vamos a pedir ese análisis junto con el manuscrito, pero sí esperamos ver dichos indicios en los textos que procedamos a leer. En síntesis, lo que buscamos es el qué nos van a contar y cómo nos van a contar la historia que nos presentan. No siempre ocurre esto. Muchos son los manuscritos que rechazamos porque vemos historias con mucho potencial que carecen de los mínimos necesarios que ameriten su publicación. Es decir, no disponen de un plan de ruta literaria que desarrolle la historia.[toc]

Se debe disponer de un plan antes de sentarse a escribir

Por tanto, es condición ineludible el disponer de un plan. Existen muchos métodos para conseguirlo. Aquí les presentaremos una serie de artículos en los que iremos desgranando los distintos puntos de ese plan de escritura. Un plan muy sencillo que resolverá la mayoría de los problemas a la hora de desarrollar un texto.

Este plan consiste en determinar qué es lo que se va a escribir y cómo lo vamos a escribir. Consta de una serie de pasos que todo escritor deberá completar para determinarlo. Sin ellos todo lo que se escriba no será más que una consecución de hechos y personas sin ningún tipo de dirección que más tarde habrá que destripar para establecer qué es lo que se está contando.

El plan de ruta sobre lo que vamos a escribir – el qué

En primer lugar, deberemos establecer la lista de todos y cada uno de los personajes que van a aparecer en la historia. La lista debe de ser lo más exhaustiva posible y señalar el nombre y apellidos de cada uno, así como una breve descripción de los mismos. En especial se deberá señalar en qué destacan como personas y su aspecto físico.

Es muy importante también decidir el narrador; quién va a contar la historia y la persona. No es lo mismo ni puede decir las mismas cosas un narrador en primera persona que en tercera, por ejemplo. Nótese, además, que el tipo de narrador va a condicionar la coherencia verbal o tiempos verbales utilizados.

También el tiempo narrativo es otro aspecto de gran importancia ya que se verá afectado por las costumbres, las palabras utilizadas y la tecnología y, muy ligado a este se deberá establecer el lugar o sitio en el que transcurre la historia Cada localización puede ser distinta y se verá afectada por la situación social, económica y los usos lingüísticos.

Por último, existen dos aspectos adicionales que habrá que establecer. El primero es la simbología. Ello implica el uso de sugerir, de plantear emociones que produzcan imágenes en la mente de los lectores. Una literatura que sugiera y provoque emociones mediante la asociación de ideas hará que el lector se sienta implicado en la historia que se cuenta.

El segundo consiste en establecer la trama. Es muy importante tener muy claro de qué va la historia. Todo lo que sea salirse de ese camino se traducirá en un esfuerzo baldío de energía y a no saber ni lo que se va a decir, ni lo que va a ocurrir.

El plan de ruta sobre lo que vamos a escribir – el cómo

En este plan vamos a analizar otros pasos algunos de los cuales ya hemos visto en el apartado anterior.

De nuevo vamos a volver sobre el narrador. Decidido el tipo de narrador ahora nos concentraremos en cómo nos va a contar la historia. Un narrador en primera persona siempre tiene un conocimiento limitado de la historia y, por tanto, se ve restringido a contarla de una forma determinada. Por otra parte, un narrador en tercera persona podrá aportar todo el conocimiento disponible y su limitación vendrá determinada por la proximidad o alejamiento que tenga del personaje.

Otro aspecto a considerar en el plan es lo que llamamos el punto de vista. Este punto de vista va a ser el modo en que se considera la historia. En ello juega un papel muy importante el narrador ya que habrá de decidir si es favorable o no al personaje, a los acontecimientos y a las ideas expuestas. Podríamos decir que va a condicionar el desarrollo de la historia y juzgar el comportamiento de los personajes.

También habrá que establecer la atmósfera literaria o ambiente que se respira en la historia. Todo lo que rodea la historia debe estar inmerso en esas circunstancias ambientales favorables o desfavorables tanto al desenvolvimiento de la historia como al comportamiento de los personajes.

Como complemento de lo anterior, también es muy importante fijar los aspectos gramaticales. No nos estamos refiriendo a la gramática y la ortografía que asumimos que deben dominarla, sino a que los registros lingüísticos de los personajes se encuentren en línea con la época, el comportamiento y la condición social que se quiere reflejar en la historia.

Se debe analizar en esta parte del plan la cuestión de la manipulación o la intervención, mediante medios hábiles de la información con distorsión de la realidad. Es importante determinar el sesgo político y social, el exceso de información y demás cuestiones que influyan de manera exógena en la historia.

Por último, volvemos a incidir en la trama sólo que ahora nos deberemos de concentrar en hallar la estructura más interesante y apropiada de contarla. Existen muchas técnicas para ello que desgranaremos en posteriores publicaciones. Baste decir por ahora que una buena estructura implicará al lector y lo hará partícipe de la historia. De no ser así, lo más seguro es que pierda el interés y deje el libro olvidado en cualquier estantería

El plan de ruta literaria es algo que no se escribe una sola vez

Volveremos con estos temas con mucho más detalle en próximas publicaciones. Lo que queremos que quede claro es que sin un plan de ruta será muy difícil escribir una buena historia, pero, también, que el plan es un documento vivo que deberá revisarse y rescribirse tantas veces como sea necesario antes y durante el trabajo ya propio de la escritura de una historia.

Todo cambio, punto de vista, añadidos y rechazos del trabajo habrán de documentarse en dicho plan hasta que podamos decir que tenemos una historia tan extraordinaria que ningún editor será capaz de rechazar.

Luife Galeano

 

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