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El ambiente en la historia

Toda historia debe ambientarse de forma correcta. Sin un perfecto ambiente la historia no resultaría creíble ni interesante, por lo que éste debe incluirse de manera cuidadosa. Son muchos los manuscritos que se reciben para evaluación en los que se detecta dicho problema de ambientación. ¿El  destino? La papelera.

Lo primero que hay que saber es qué elementos definen el ambiente. Es decir, el conjunto de condiciones o circunstancias físicas, sociales, económicas, naturales y climatológicas tanto de un lugar, como de una época. Todo lo que rodea una historia viene condicionado por el ambiente necesario para su desarrollo y el escritor debe adherirse a él.

Ambiente y ambientación

Son pocos los que no fallan en eso porque no basta con describir un ambiente, sino que es necesario aplicar la ambientación. Aunque parezcan lo mismo, no lo son. No basta con definir el ambiente. Es necesario aplicarlo y ello se consigue mediante la ambientación.

Podemos definir la ambientación como el sugerir mediante pormenores verosímiles dichos rasgos históricos, sociales y locales en los que la acción ocurre. Nótese que la ambientación sugiere y narra pormenores verosímiles. Ahí es dónde vienen las dificultades.

Un primer problema es que no se sugieren, sino que se recargan los hechos rayando, a veces, en la picudencia. Por ejemplo, decir que la acción transcurre en esa isla de agradable clima bañada por el mar Caribe y coronada por la Corriente del Golfo al frescor de los vientos alisios, resulta excesivo y cursi. ¿Por qué no decir Cuba?

También los pormenores naturales tienden a romper la fluidez del texto y juegan con la paciencia del lector. Decía George Carlin en uno de sus monólogos que el único acontecimiento natural que podría incluirse en una historia serían los cumulonimbos que preconizaban el gran Diluvio Universal. Decir que el sol rajara las piedras o que las nubes ensombrecieran el ambiente no era más que recargar la tramoya por la que iba a desenvolverse Noé apurando a sus parejas de animales a subir al arca.

La ambientación debe apoyar la acción

Es interesante detenerse un momento en la anterior afirmación, porque si la ambientación no empuja a la acción, ¿de qué sirve? Sólo sería un elemento decorativo que debería utilizarse con mesura. Tal vez en el siglo XVIII no muchos lectores pudiesen imaginar una isla en el Caribe, pero con el cúmulo de información actual, cualquier descripción excesiva puede resultar cargante.

Puede ocurrir, no obstante, que el elemento climatológico tenga un peso protagónico. Pienso en obras tales como La caída de Pompeya o el huracán que amenaza a Humphrey Bogart en la película Cayo Largo, pero nótese que, incluso en esos casos, la información aportada es mínima en relación al destrozo natural que provoca. El Vesubio erupciona y arrasa con Pompeya y el huracán impide que tanto los que huyen como los gánsteres se mantengan recluidos en un hotel. No se dan explicaciones del fenómeno atmosférico, pero son protagónicos porque, sin ellos, no hay historia.

Cuando al presidente de USA, Tom Beck, (Morgan Freeman, Deep Impact) le viene encima un meteorito, vemos que la acción principal es intentar el desviar la trayectoria del mismo enviando a una nave. Mientras, él le dice a la población mundial que rece, porque el impacto es definitivo. Se apuntan las características mínimas para hacernos creer que el meteorito es de proporciones desmesuradas, pero poco más.

En Tiburón (Jaws) no nos dan una clase de biología marina. Spielberg nos aporta detalles verosímiles de un gigantesco tiburón blanco. Lo importante, no obstante, no es el tiburón en sí, sino que es un asesino en serie.

Ambiente, pero creíble

Esto nos lleva a contemplar otra particularidad, aparte de las descripciones recargadas y excesivas. Me refiero a la verosimilitud.

Podemos ver, y vuelvo al tiburón blanco, que los guionistas consiguieron convencer al público asistente de que ¡el tiburón rugía! ¿Quién en su sano juicio se cree que los tiburones rugen? Pues gracias a la manipulación sugerida ante el desconocimiento general sobre los tiburones, sus ataques y el desarrollo de la intriga hizo que nos sintiéramos temerosos de ir a la playa, no digamos meternos en el mar.

Fue tal el impacto que, incluso, en La Florida se organizaron batidas por la costa para combatir a cuanto tiburón detectaran merodeando por los alrededores. Este hecho obligó a los guardacostas norteamericanos a lanzarse al mar a detener dichas batidas so pena de poner en peligro el equilibrio biológico de las especies de la zona.

Por ello, es muy importante que cuando desarrollemos una obra le demos la ambientación adecuada de manera que el lector entre en ella de una forma sutil y, de ahí, llevarlo al paroxismo. Mesura y contención son dos cuestiones que deben equilibrarse y apoyarse en la verosimilitud. De conseguirse, la lectura se hace dinámica.

Que el ambiente no rompa el pacto ficcional

Es aquí donde la verosimilitud juega un papel muy importante siempre que se maneje con mucho cuidado.

Es por todos sabido que los escritores son unos mentirosos compulsivos que juegan con la verdad y la ficción, así que es fundamental ser creíble. Se debe escribir de forma que lo que se cuente pueda ser verdad y que, por tanto, el lector lo acepte sin recelar demasiado. Por muy bien ambientada que esté una historia, no funcionará si no es así.

Más claro: el escritor tendrá que utilizar aquellos conceptos que necesite y manipularlos para que, dentro de su contexto, se conviertan en verdades que el lector compre.

Se compra la historia de ET porque el personaje, que podría ser sacado de Disneylandia, se comporta como un niño pequeño más que como un extraterrestre. No es más que un niño perdido que quiere regresar a su casa y, mire usted por dónde, les pide a sus amigos niños de la Tierra que lo ayuden.

Sin alardes científicos de ningún tipo nuestro alienígena termina comunicándose con su planeta utilizando la información suministrada en la revista Mecánica Popular. Revista que se vendía en cualquier quiosco de prensa en Estados Unidos. Es decir, mientras más sencillo ambientaron la historia, más creíble fue para el espectador.

Cualquier brillante detective capaz de resolver casos imposibles no destaca más por decir que su Magnum 44 tiene una potencia de disparo x o un nivel de destrozo z. La utiliza y punto. Sólo que, para ambientar mejor la escena, hace como en Harry el Sucio y le dice al delincuente: venga, alégrame el día. Ni lo explica ni da una prolongada disertación.

Pintar paisajes sin retratarlos

Sutileza, queridos escritores y ávidos lectores. Ni dejéis que la ambientación os supere, ni que os quedéis sin ella. Entiendo que es cautivadora, pero todo buen escritor tiene que controlar su historia y ser él quien la manipule y ejerza el nivel adecuado para que funcione. Quedarse corto o pasarse resultará en una historia deficiente.

Entonces, muchos se preguntarán cuál es ese punto óptimo. No hay respuesta. Dependerá de cada historia y lo vemos con múltiples ejemplos en la Literatura.

Hércules Poirot o la Srta. Marple son capaces de resolver casos complicados mediante un sagaz instinto basado en la observación y en la concatenación de sucesos en apariencia inconexa. Con esos dones fueron capaces de resolver múltiples misterios, pero, ¿no se tiene la impresión de que siempre nos cuentan la misma historia? ¿De qué el mayordomo siempre es el asesino?

Lo que ocurre es que su creadora tiene un uso admirable de la ambientación y cambia de decorado de forma constante a su conveniencia y capricho.

El Oriente Express jamás fue así, no digamos hoy en día, ni los viajes por el Nilo se desarrollan como en la novela. Es manipulando la época supremacista del Imperio Británico con lo que describe un ambiente en el que desarrollar su historia convenciéndonos con un decorado plausible en el que el lector entra abducido por lo exótico.

El ambiente en la historia es fundamental

Por eso es tan importante la ambientación en las historias que escribáis. Aprendan a utilizarla de forma correcta aprovechándose de todos los trucos y manipulaciones necesarias para hacerlas creíbles y comprobarán que sus manuscritos adquirirán una calidad mayor.

Es cierto que para conseguir un manuscrito excelente se requerirán más cosas. Ya hablaremos de la intriga y del suspense, pero no importa cuán intrigante sea una historia. Si la ambientación es deficiente, fracasará.

Luife Galeano

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