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De lo elusivo del título (y 8 ideas para encontrar el adecuado)

Puede que seas de los escritores que se devanan los sesos para encontrar el mejor título luego de colocar la palabra FIN. O de los ‘este es el pistoletazo de salida’ para escribir y escribir cuartillas. En toda obra literaria, el título es uno de los elementos esenciales.

Tan es así, que esas pocas palabras —a veces solamente una— son vitales en inclinar la balanza en la decisión de compra de un libro. Un buen título en la portada no habla necesariamente de la calidad de la obra, pero es a veces el único destello que atrapa la vista desde las vitrinas de una librería o los anaqueles de la biblioteca. Si es sugerente, se relaciona con la obra y es al mismo tiempo original, estamos en presencia de un buen título.

Tan es así que, en ciertos géneros como el microrrelato, el título es una pieza clave para la comprensión de la historia. Pero encontrar el adecuado no es cuestión de coser y cantar: por ello, muchos escritores prefieren utilizar un título tentativo para referirse a sus proyectos, a la espera de que venga el chispazo de genialidad.

Vamos a ver si podemos ayudarte en ese empeño con estas 8 ideas para encontrar el título que tanto estás buscando.

El personaje

Este es la forma de titular más evidente: utilizar el nombre del protagónico. La ventaja es que, de inmediato, el lector ya sabe sobre quién debe centrar el foco de su atención. En contra, el nombre de alguien no dice demasiado sobre de lo que va la historia.

Claro, eso no quita que Oliver Twist de Dickens, Lolita de Nabokov, Robinson Crusoe de Defoe o Miguel Strogoff de Verne no sean grandes obras de la literatura universal. Una variante de esta forma de encontrar el título adecuado es encontrar una referencia al personaje, como La dama de las camelias de A. Dumas o Las Aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain.

El objeto

Si el nombre del personaje central no nos dice nada, siempre podemos irnos por el objeto al que hace referencia la historia. Así, tenemos buenas novelas que se intitulan La máquina del tiempo (de H. G. Wells), El hiperboloide del ingeniero Garin (de Alekséi Nikoláyevich Tolstói —no confundirlo con León Tolstói, el de Guerra y paz) o El halcón maltés, novela de Dashiell Hammett.

También personaje y objeto pueden fundirse para hacer un título relevante, como con El señor de los anillos, de Tolkien. Un poco menos clara es la referencia a El señor de las moscas de William Golding, pero es un verdadero pelotazo como título.

El lugar

Ni al personaje, ni al objeto, también podemos referirnos al lugar donde ocurre la acción. En estos casos la locación se alza a verdadero protagonista de la historia, como en La isla del tesoro de R. L Stevenson, El planeta de los simios de P. Boulle o Dune de Frank Herbert.

Los lugares también pueden dar una rápida referencia del tema de la obra, como en De la tierra a la Luna de Verne.

El juego de contrarios

Siempre introducir en el título ideas en aparente oposición mueve el interés del lector. Puede ser tan claros como Guerra y paz de León Tolstoi (ahora sí), Crimen y castigo de Dostoievski u Orgullo y prejuicio de Jane Austen (no son exactamente contrarios, pero es la misma idea).

O metáforas más rebuscadas como El amor en los tiempos del cólera de G. García Márquez.

Los números

Por alguna extraña razón, los lectores se sienten atraídos cuando el título de una historia tiene una unidad de medición: le dan la impresión de que encontrarán algo concreto en ella. Los que escribimos para internet sabemos el poder de las listas para atraer visitas: ejemplo de ello son este mismo artículo, 30 formas de empezar un relato, 20 tramas que funcionan o 10 cosas que odian los editores,  que sugiero revisen.

Este recurso es válido también para nombrar libros. Como ejemplo de ello podemos citar a Cien años de soledad de G. García Márquez, Veinte mil leguas de viaje submarino de Verne, Las mil y una noches (varios autores) o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Y, para llevarlo al non plus ultra, 1984 de Orwell.

Y sí, ya sé que también pasan por la cabeza ejemplos como Cincuenta sombras de Grey de E. L. James, que repite el truco en Cincuenta sombras más oscuras y Cincuenta sombras liberadas. Indudable que es un gran best seller, pero acá hablamos seriamente de literatura, ¿vale?

Los títulos largos

¿Quieres separarte de la corriente habitual y darle dolores de cabeza al diseñador de portada en el proceso? Apuesta por un título largo y explicativo.

Al final, no es que sea una idea tan nueva: ahí tenemos a El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Cervantes o La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, de ese prolífico y atemporal autor que firma Anónimo.

Los lugares comunes

Otra opción de título es utilizar frases hechas o lugares comunes, ya sea emplearlas tal cual o dándoles un giro. Aquí podemos mencionar A sangre fría de Truman Capote, Sentada en su verde limón de Marcial Gala, Patente de Corso de Arturo Pérez Reverte…

La estructura más clásica

Una fórmula que no por repetida deja de ser efectiva es construir el título con el clásico esquema editorial de “sustantivo + de + sustantivo” (con sus respectivos artículos si fuese necesario) y “sustantivo + adjetivo” (o al revés).

¿Quieres ejemplos? La divina comedia de Dante, El Cuento de la Criada de Margaret Atwood, Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad…

Si nada de esto funciona

¿Aún te elude el magnífico título que estás buscando? No te rindas todavía.

Te queda la opción de imitar, y eso no tiene nada de malo. Inspírate en la literatura clásica, porque si una fórmula funcionó una vez, puede funcionar sin problemas un par de centurias después, siempre que se le dé un giro ingenioso y creativo. Eso sí: ten en cuenta que, si tu título es genérico, los lectores van a pensar que lo de adentro también lo es.

Otra forma de dar con el título es revisar el texto. De seguro encontrarás muchas frases felices y memorables, nacidas del rapto creativo, que bien pueden dar el toque mágico que necesitas para el título. Me viene a la mente Por quién doblan las campanas de Hemingway: no estoy seguro si el título citó al texto o fue al revés, pero no me negarás que es intrigante y memorable.

Si te animas a hacer un poco de ingeniería inversa, también puedes usar internet para identificar palabras claves que van a atraer al público objetivo que deseas que te lea. Vale que tendrás que saber un poco sobre SEO, tendencias y parezca que te alejas de tu perfil más literario en favor del marketing, pero si no puedes con tu enemigo, tienes que estar dispuesto a unirte a él.

En la misma tendencia, chequea los títulos más vendidos en Amazon dentro del género literario de tu obra y puede que halles la inspiración que necesitas.

En la fase de elegir título, no deseches ninguna idea: anótalas todas. Luego de tener un puñado de títulos potenciales, déjalos descansar unos días. Cuando los revises otra vez, es muy posible que ya puedas elegir el que mejor se ajuste a tu obra, incluso combinando palabras de un par de ellos para encontrar uno que te acomode.

También puedes ayudarte de un subtítulo, si el título no expresa exactamente de qué va la obra. Tal como en este artículo, el subtítulo puede dar el anclaje que necesitas para que el público decida si es de su interés.

Pero, por el amor de Dios y tus lectores…

No vayas a caer en clichés que ya no funcionan de tan repetidos. Mira estos títulos y dime si te sentirías tentado a ponerlos en tu carrito de compras:

El último (esquimal, hombre lobo, samurái, vampiro, etc.)

Las crónicas (de Narnia, marcianas, de una muerte anunciada, de un mal amor, etc.)

El diario de (Ana Frank, un desahuciado, un enamorado, un loco, un suicida, una pasión, etc.)

Las aventuras de (Tom Bombadil, Tom Sawyer, un trotamundos, unos jóvenes alocados, etc.)

Narraciones (de extraterrestres, extraordinarias, para no dormir, paranormales, etc.)

Y si no se te ocurre nada (o incluso cuando se te ocurre)

Hazle caso a tu editor. Si te dice que ese título le desagrada o que será difícil vender con él, conversen juntos del tema: es muy probable que puedan llegar a un acuerdo que sea beneficioso para la obra.

Para finalizar, cuando ya tengas título para tu historia, bien vale la pena hacer un repaso rápido en internet para ver si a otro autor publicado se le ha ocurrido la misma idea o una similar. Si así es, la mayoría de las veces no pasa nada, porque cuando se registra un nombre se le incorpora también la autoría. No obstante, puede que esta sea una decisión para cambiar el título a otro que sea completamente original, en aras a que no haya confusiones a la hora que el lector vaya a buscar tu obra.

Al elegir el título de tu obra, como en todo aspecto de la vida, hay que utilizar el sentido común y la racionalidad. Llamar a tu novela Drácula o ponerle un título de seis líneas de texto no te meterá en problemas. Pero de ahí a que alguien decida leerte, es harina de otro costal.

Álex Padrón

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